jueves, 10 de agosto de 2017

Reflexiones  sobre la  crisis en Venezuela.


Autor. Lic. Luis Columna Solano.

Son muchas las noticias y los cables internacionales que a diario versan con el tema de la crisis política que atraviesa la República Bolivariana de Venezuela y mucho me temo que algunos medios de comunicación, organismos internacionales y gobiernos extranjeros, no tiene plena conciencia de qué es en realidad, lo que está ocurriendo en el país sudamericano.

También destacar que algunos de los actores señalados en el párrafo anterior, si lo saben, porque  basan sus actuaciones en complacencia con sectores de poder a los cuales les interesa un cambio político, más que social en Venezuela.  

Lo primero que debemos saber para luego comprender, es la razón  del por qué una crisis económica, se traduce en crisis social y luego en política. Las ciencias económicas reflejan en su manual que cuando la economía de un país anda bien, las revueltas sociales, no llegan a convertirse en crisis política, porque a la gente en términos generales lo que les interesa es la paz y la confianza que le genera la estabilidad económica, traducida en empleos, servicios públicos y abastecimiento. 

En cambio, cuando la crisis es financiera, esta trae consigo el mal humor de una parte muy significante de  la ciudadanía, la cual a falta de aquellos beneficios directos que les trae la estabilidad cambiaria y financiera, puede perfectamente degenerar en situaciones de desobediencia civil y desconocimiento del orden institucional.

En Venezuela los sectores poderosos incrustados en la clase alta y amparada en la propiedad privada, son conscientes de lo antes expuesto, razón por lo que  sometieron al pueblo venezolano, a un proceso de desabastecimiento a gran escala de los principales artículos  de primera necesidad  o básicos de la canasta familiar, entre ellos material sanitario, medicamentos y alimentos. Esa estrategia inhumana, buscaba minar la base social que el gobierno revolucionario del fallecido presidente Hugo Chávez Frías logró en el seno de un pueblo que por décadas, había sido abandonado por su clase política.   

Esos sectores de poder siempre fueron y son conscientes que la capacidad del Estado y de cualquier gobierno, es limitada en cierto sentido, pues el rol de un gobierno según la teoría del Estado moderno, es  la de moderar de su sector productivo nacional, dado que el Estado, nunca ha sido buen administrador. He aquí  la base del problema que ahora internacionalizado,  conocemos como “Crisis política en Venezuela”.

Aquellos sectores poderosos residíos de los partidos Acción Democrática  y Acción Nacional, este ultimo también llamado Comité de Organización Popular Electoral Independiente (COPEI), tras perder  la batalla y la esperanza  de retornar al poder por la vía electoral contra el chavismo, optaron por el camino de la insurrección popular y para ello fue empleada la  estrategia  de desabastecimiento de productos básicos como punto inicial.

A todo esto viene la repuesta del gobierno del heredero político de Hugo Chávez y presidente actual Nicolás Maduro, a quien algunos intelectuales acusan de ser el jefe de Estado más inmaduro. Es posible que Maduro no haya llenado todas las expectativas como sucesor de Chávez, pero desde luego, no es un ignorante al que la falta valor, capacidad y coraje para defender su gobierno y la revolución socialista/chavista.

Desde que su victoria fuera tan cerrada ante el candidato de la oposición y gobernador del Estado de Miranda Enrique Capriles, el presidente de Venezuela ha enfrentado la más feroz oposición, al punto de que la oposición unificada en la Mesa de Unidad Democrática, tras ganar ampliamente las elecciones de medio término (Asamblea Nacional), en vez de empezar a trabajar  y controlar al gobierno desde las instituciones, eligieron la vía de exigirle un referéndum revocatorio a su mandado presidencial, lo que sumado a la ya existente crisis económica y social, dio paso a un enfrentamiento de poderes públicos, concluyendo en la actualidad, con una Venezuela sumida en una aguda crisis política.

A tal propósito, la Organización de Estados Americanos (OEA) con sede en Washington, designó una comisión de tres ex presidentes, dos latinoamericanos y un español, para mediar entre el gobierno y la oposición agrupada en la “Mesa de Unidad Democrática”. Esas personalidades son José Luis Rodríguez Zapatero, ex presidente del gobierno Español, Leonel Fernández, ex presidente de República Dominicana y  Omar Torrijos, ex presidente de Panamá.

Dicho comisión ha hecho ingentes esfuerzos por acercar posiciones entre gobierno y oposición, sin embargo esas gestiones han sido infructuosas, dado la intransigencia de los opositores, quienes en todo momento han optado por levantarse de la mesa de negociación. Un comportamiento que deja claro que la intención no es otra, que desconocer el gobierno.

Todo esto acompañado de una gran campaña de descredito internacional del gobierno donde el presidente Nicolás Maduro es señalado como un dictador que vulnera derechos civiles y altera la democracia. En tal sentido vemos como por ejemplo en gobierno español pide encabezar ente la Unión Europea las sanciones que Bruselas (gobierno comunitario) está estudiando aplicar a Venezuela.

Por otro lado, los Estados Unidos de Norteamérica han patrocinado la acción directa de un determinado número de países latinos para que sus respectivos gobiernos, desconozcan la elección de la Asamblea Nacional Constituyente que recientemente ha elegido el pueblo venezolano como repuesta al acoso de la oposición, quienes como hemos dicho antes, controlaba el Parlamento y ha mantenido el país en protesta permanente durante los últimos tres meses y un resultado de varias decenas de muertos.



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