Las
Deportaciones en Caliente.
Autor: Lic. Luis Columna Solano. Politólogo.
De acuerdo a las disposiciones
de la Convención de Viena de 1961 y 1963
que rigen las relaciones diplomáticas y
consulares entre los Estados, como sujeto por excelencia del Derecho Internacional,
cada país es responsable de implementar su política de inmigración conforme su legislación
interna, sin violentar los lineamientos generales emanados por la Corte
Internacional de los Derechos Humanos.
Cuando un ciudadano de un país, entre en otro
de forma irregular, violentando la Ley de extranjería vigente del país receptor,
este último tendrá legítimo derecho a repatriarlo a su país de origen, pero
respetando todo un protocolo de actuación que empieza con su detención,
identificación, notificación a su representación diplomática o consular acreditada
en el país y entonces, es cuando se proceder a su expulsión temporal o definitiva
del territorio nacional.
Hay países como España
que tienen impreso en su Ley de extranjería, 41 días como el tiempo máximo del que disponen las autoridades policiales una
vez detenido un extranjero en situación irregular, hasta finalmente proceder a
su expulsión. Si pasado este tiempo, no es capaz de completar todo lo expuesto
en el párrafo anterior, tiene que dejarlo en libertad.
En República
Dominicana en estos momentos se está llevando a cabo una cantidad enorme de
deportaciones de extranjeros en situación irregular, siendo el país más afectado,
la República de Haití, por ser el que más ciudadanos indocumentados tiene. Según
informaciones publicadas en los periódicos nacionales, solo la semana pasada,
se deportaron casi tres mil ciudadanos haitianos.
En ese mismo
tenor, el Gobierno dominicano está
ejerciendo un derecho soberano y para evitar las críticas de Organismos Internacionales que trabajan con los
derechos humanos, está haciendo las deportaciones respetando todos los
requisitos exigibles y por vía de consecuencias, evitar críticas infundadas
como la de xenófobos y racismo.
Si no fuera por
el respeto irrestricto a este protocolo, las deportaciones serian en caliente,
figura que se le aplica por ejemplo, a coger un extranjero que cruce la
frontera y a punta de lanza o pistola, exigirle cruzarle de nuevo hacia atrás,
ignorando todo lo antes dicho.
La clave del éxito
de la nueva política migratoria anunciada por el presidente dominicano Danilo
Medina, en su discurso de Rendición de Cuentas el 27 de febrero pasado, tendrán
su mayor éxito en la prevención del delito, no solo en la frontera terrestre
con Haití, sino en la marítima, aduanera y aérea.
Por la
organización de aquellos países llamados civilizados, industrializados o del
primer mundo, es fácil para el Estado Dominicano y sus autoridades identificar
a un nacional europeo, japonés, canadiense o estadounidense, que los hay ilegales
aunque en menor cuantía, sin embargo, no pasa lo mismo con un ciudadano haitiano,
a consecuencia de las debilidades de las instituciones de aquel país, respecto
a la organización de su población y su correspondiente registro civil.
Más del 60% de
los ciudadanos haitianos que cruzan la frontera hacia dominicana, no tienen
acta de nacimiento, ni un pasaporte que
permita a las autoridades dominicanas identificarlo, razón que dificulta
su posterior notificación a las autoridades consulares haitianas en Santo
Domingo. Es la razón que explica la cantidad enorme de nacionales haitianos por
las calles del país, sin que este pueda hacer mucho para evitarlo, uno vez
hayan entrado. Por eso reiteramos que la clave del éxito, está en impedir que
sigan entrando, más que en deportarlos.
Como se puede
apreciar, no es tan fácil exigir al Gobierno la devolución inmediata de más de
un millón de haitianos ilegales, como exigen algunos sectores de la sociedad
que hacen opinión pública. En tal
sentido, es importante que los directores de medios de comunicación, así como
los ciudadanos que manejan las redes sociales y aquellos que tiene el privilegio
de usar un micrófono radial o televisivo, hagan conciencia de esta situación y que
comprendan que la diplomacia, es el arte de resolver conflictos sociales, sin
necesidad de usar las armas o cualquier tipo de violencia.
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