Lealtad y Fidelidad.
Autor: Dr. Juan
José Sánchez Núñez.
Se han planteado
tantas opiniones sobre el tema de las lealtades y las fidelidades. Por eso hoy,
al respecto, me gustaría hacer algunas reflexiones. Primero aclaremos los
conceptos.
La lealtad es una
obligación, un corresponder que se tiene con los demás. Es un compromiso cuya
facultad es la de defender lo que creemos, y en quien creemos.
La lealtad debe ser
un valor. Cuando somos leales, llevamos la amistad y cualquier otro tipo de relación a
su etapa más sincera y profunda. Podemos ver como actitudes desleales, por
ejemplo: el divulgar las confidencias que se nos han confiado. Las críticas que
se hacen de las personas, haciendo hincapié en sus defectos.
Lo mismo también quejarnos
de las formas de ser de alguien y no ayudarlo para que se supere o, bien, el
poco esfuerzo que se pone al hacer un trabajo o terminarlo. La lealtad no es
una consecuencia de un sentimiento afectivo, es el resultado del discernimiento
para elegir lo que es correcto.
La fidelidad es el íntimo compromiso que asumimos de cultivar,
proteger y enriquecer la relación con otra persona y vincular a estas metas a
las mismas, por respeto a su dignidad e
integridad, lo cual garantiza una relación estable en un ambiente de seguridad
y confianza que favorece al desarrollo integral y armónico entre las personas.
La fidelidad no es atadura, por el contrario, es la libre expresión
de nuestras aspiraciones. Nos colma de alegría e ilumina cotidianamente
nuestros fines concretos como entes sociales, culturales e institucionales.
La diferencia entre lealtad y fidelidad es la capacidad de
cuestionar. La persona leal no te traicionará, podrás contar con ella en
momentos de necesidad, pero te dirá su opinión cuando no esté de acuerdo
contigo; conserva la capacidad de crítica. La persona fiel no cuestiona, no
critica, no opina. La diferencia entre ambas radica en que la lealtad tiene
como origen o base la razón, mientras que la fidelidad se origina basándose en
el sentimiento.
Para ser leales y fieles con los
que nos rodean, primero hay que serlo con nosotros mismos. Así que debemos hacer la
reflexión, y valorar por nosotros mismo, nuestros comportamientos antes los
desafíos diarios con que nos resta el entorno.
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